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En esta sección, el pastor Valentin González-Bohórquez responderá a preguntas de nuestros lectores.
¿Calvinismo o arminianismo?
PREGUNTA: Soy pastor de la Primera Iglesia Bautista de Jalpan de Serra Querétaro, México. Actualmente no pertenecemos a ninguna alianza, convención u organización bautista, pero trabajamos fraternalmente con la CNBM. En esta ocasión, quisiera, en particular, saber cuál es la postura de ustedes en relación con el debate sobre la doctrina de la salvación entre arminianos y calvinistas.
Saludos, Pastor Neftalí Ángeles Montaño
RESPUESTA: Estimado Pastor Montaño, un saludo cordial. Muchas gracias por dirigir su inquietud a esta sección. El debate que usted menciona es tan antiguo como el ser humano mismo porque tiene que ver con la manera como las personas entendemos nuestra relación con Dios y sobre todo nuestro destino eterno. Pero es en el siglo XVI, en pleno tiempo del desarrollo de la Reforma Cristiana, cuando este debate adquirió la forma de declaraciones doctrinales que nos ayudan a entender mejor la complejidad del tema. En su extenso tratado teológico Institución de la Religión Cristiana (1536) el reformador francés-suizo Juan Calvino elabora, entre otros temas, una interpretación de la doctrina de la salvación, que gira sobre todo en torno de la soberanía de Dios y la predestinación. Poco más tarde, otro teólogo de la Reforma, el holandés Jacobo Arminio, inicia una confrontación al oponerse a la enseñanza de Calvino. Desde entonces, estos dos sistemas de interpretación han mantenido dividida la posición de las iglesias protestantes y evangélicas, mientras algunas buscan conciliar su doctrina en algún punto entre las dos tendencias.
Generalmente la discusión se resume en cinco puntos clave: 1) Calvino sostenía que debido a la depravación total del ser humano, éste era incapaz de acercarse a Dios y creer por sí solo en el evangelio; por tanto, la salvación es producto exclusivo de la soberanía y la voluntad de Dios (unos son escogidos para salvación y otros no). Arminio, por su parte, creía ver en la Escritura un espacio para el libre albedrío y la capacidad humana para responder voluntariamente al llamado de Dios. 2) Calvino enseñaba que desde antes de la fundación del mundo, y en su absoluta soberanía, Dios ha escogido a los que serán salvos, y hará lo necesario para que esas personas lleguen al conocimiento de Cristo. La elección de la salvación no es obra del ser humano en ningún aspecto (fe, obras, etc), sino un acto autónomo, libre y exclusivo de Dios. Esta escogencia es, así, incondicional. Arminio creía en cambio en una elección condicional, con lo que indicaba que Dios sabe quiénes han de ser salvos porque sabe de antemano quiénes han de responder a su llamado. 3) Calvino aseguraba que Cristo murió en la cruz para salvar exclusivamente a aquellos que han sido escogidos previamente por Dios. Dios es el que les da la fe para creer y los capacita por medio del Espíritu Santo para vivir una vida en el propósito eterno de Dios. Arminio creía que la muerte expiatoria de Cristo en la cruz es universal y que a través de ella Dios hace un llamado a todos los seres humanos a creer en Cristo. Los que lo acepten por la fe serán salvos; los que no lo acepten serán condenados. 4) Calvino afirmaba que el llamado de Dios a sus escogidos es irresistible. El Espíritu Santo atrae a los pecadores que han sido escogidos para salvación y ellos no podrán resistirse a ese llamado. Arminio entendía que dado que los seres humanos son libres para escoger, podían oir el evangelio y no responder a él. Aunque el llamado a la salvación es universal, Dios solamente salva en Cristo a aquellos que responden voluntariamente a su llamado. 5) Calvino indicaba que los que son elegidos por Dios para salvación perseverarán hasta el final. Será Dios mismo quien los ayudará a perseverar. Un creyente salvo no practicará el pecado. Arminio creía que aunque un creyente fuera salvo, podía ejercer su albedrío y separarse voluntariamente de la fe, y en consecuencia podía condenarse. Es bueno observar que no todos los que adoptan este punto de vista arminiano, están de acuerdo en que un creyente puede perder la salvación.
En general, puede decirse que en estos casi 500 años desde que se inició este debate doctrinal, las iglesias más apegadas a los orígenes de la Reforma (luteranos, presbiterianos, reformados, etc), han mantenido una posición calvinista, o a algunas de sus variantes extremas y moderadas; entre tanto, los grupos que emergieron en décadas posteriores adoptaron una postura arminiana o una combinación de ambas. Entre estas últimas iglesias han estado grupos como los bautistas, los menonitas, los wesleyanos, la Iglesia de Cristo, y una buena parte de los movimientos evangélicos surgidos desde finales del siglo XIX hasta el presente. Es importante tener en cuenta que aún dentro de una misma denominación, sus iglesias locales y líderes pueden tener diferentes maneras de interpretación e inclinarse por una de las dos tendencias. Así mismo, dado que esta polémica causó en sus comienzos persecusiones y cárceles a los que se oponían a la corriente calvinista, algunos grupos como los menonitas y bautistas también mostraron un abierto rechazo a este dogmatismo que negaba la libertad religiosa.
Esta discusión ha sido y es importante para la vida de la iglesia porque afecta no solo al entendimiento de la obra de salvación, sino porque influye en la manera como las iglesias y los cristianos entienden su responsabilidad con la evangelización y las misiones. Cuando se cree irreflexivamente en una de las dos posiciones se puede caer en extremos: unos porque consideran que si Dios ya ha escogido a los que han de ser salvos, los salvará de cualquier modo sin que nosotros tengamos que compartirles la Palabra. En el otro extremo está lo que Bonhoeffer llamaba la “gracia barata”, donde el evangelio se ofrece como un producto excesivamente fácil de adquirir.
Personalmente, quiero señalar dos cosas: una en relación con el debate mismo, y otra sobre su impacto en la evangelización y las misiones. En primer lugar, creo que estos debates son saludables porque nos ayudan a profundizar en aspectos de la Escritura que de otro modo quizá no haríamos. El problema es cuando se adoptan posiciones dogmáticas y excluyentes que lo único que hacen es presentar una imagen limitada de la gracia de Dios, justo cuando se pretende lo contrario. Dios no está preso en nuestros esquemas e interpretaciones por más bien intencionados que puedan ser. En última instancia, lo que debería preocuparnos no es si somos calvinistas o arminianos sino si somos bíblicos (y valga decir también que a menudo lo que ocurre es que leemos mal a estos autores, si es que los leemos). Hoy debería ser evidente para cualquier lector promedio de la Biblia que las dos posiciones tienen aspectos de la verdad y que ambas pueden ser justificadas y explicadas con numerosos textos y pasajes de la Biblia. A la vez deberíamos ser conscientes de que hay áreas en este tema (como en otros de la Biblia) que obviamente se escapan a nuestro entendimiento humano y por tanto deberíamos tener la humildad para dejarlas justamente en las manos de un Dios soberano.
En cuanto a la evangelización y las misiones, creo que es algo en lo que no debemos transigir como iglesia. Independientemente de cuál sea nuestra postura sobre el tema que nos ocupa, creo, sin lugar a dudas, que el llamado principal de la iglesia de Jesucristo en el mundo es ir y hacer discípulos de Cristo a todas las naciones, de la manera como lo hicieron los apóstoles y los cristianos de los primeros siglos, y como siguen haciéndolos muchas iglesias en la actualidad. Una interpretación de la salvación que nos haga pasivos e indiferentes a la necesidad que el mundo tiene de oir el evangelio de Cristo no puede ser jamás una interpretación sana. Una interpretación que nos lleve a no hacer nada por la evangelización y las misiones mundiales es una negación de toda la acción y la enseñanza del Nuevo Testamento.
¿Es el Espíritu Santo una Mujer?
PREGUNTA: “Hermanos les escribo porque tengo una dificultad. Hace ya un buen tiempo un joven de una iglesia de nuestra Convención, se fue de su iglesia. Ahora asiste a una que llaman Redimidos. Este joven dice y afirma que el Espíritu Santo es Mujer. Yo he estado debatiendo con él sobre el tema. Pero como no sabe qué responderme se ha tornado sarcástico y agresivo. Sé que debo de dejar ya esto, pero quisiera pedirles sus oraciones ya que varios jóvenes de la Convención han hablado conmigo para manifestar su tristeza y gran preocupación ya que él está jalando a muchos chicos a su iglesia. Les pido que me ayuden. Si me pueden responder se lo agradeceré de mil maravillas, ya que lo que yo le diga él lo tomará a mal. De seguro lo tomará a mal de ustedes también, ¡pero quisiera una perspectiva fresca! Sé que tal vez es infantil lo que les pido y no es mi intención. Simplemente quiero que si algún joven lee su respuesta pueda leer un comentario biblico y qué mejor que de ustedes, personas a las que admiro y respeto.
¡Mil bendiciones!
Bianca Corte
RESPUESTA: Hola querida Bianca, gracias por tu pregunta, porque aunque creas que no es importante sí lo es en la medida en que muestra cuántas doctrinas extrañas entran todo el tiempo a la vida de los creyentes. Las doctrinas de error han existido desde siempre, y una de ellas es la que mencionas: atribuirle a Dios un determinado sexo; en este caso, decir que el Espíritu Santo es Mujer (así, con mayúscula, como prototipo de la mujer). Esta creencia está asociada con el gnosticismo y el maniqueísmo, dos corrientes filosófico-religiosas que se desarrollaron en los primeros tres siglos del cristianismo.
Uno de los alegatos de las sectas que declaran que el Espíritu Santo es una Mujer, tiene que ver, en parte, con el nacimiento de Jesucristo. El razonamiento de estos intérpretes es que si hay un Padre y un Hijo, entonces el Espíritu Santo tiene que ser la Madre de Cristo. Pero obviamente si lo fuéramos a considerar en esos términos uno diría que es justamente lo contrario, ya que el Espíritu Santo es quien engendra a Jesús en la matríz de María, es decir, cumple el rol masculino de fecundar a una mujer. Otra interpretación está basada en Apocalipsis 12, donde indican que la mujer que se menciona allí es el Espíritu Santo. Una lectura cuidadosa de todo el capítulo y de su contexto, nos muestra que no hay ninguna indicación para concluir que esta mujer sea el Espíritu Santo. Comentaristas como Ralph Earle, R. H. Charles y J. A. Seiss, indican que este capítulo es clave y es “la médula del libro del Apocalipsis, pues parece resumir todo el período mesiánico, desde el nacimiento de Cristo hasta el establecimiento pleno de su reino” (1). La mujer en este pasaje representa al verdadero Israel y la iglesia a través de todos los tiempos, desde sus orígenes “hasta la gran consumación” (2).
Un aspecto importante cuando discutimos acerca de la sexualidad de Dios es tener en cuenta que Dios no es ni Mujer ni Hombre en el mismo nivel que identificamos la sexualidad humana. Dios es el creador de la sexualidad y es, por tanto, uno de los dones que recibimos de Él. Es a través de la encarnación (la humanización) de Cristo, como Dios se identifica con la plenitud de la naturaleza humana, incluyendo su sexualidad. Cristo fue un hombre en toda la extensión de lo que esta palabra significa. Pero cuando Cristo resucitó volvió a asumir su naturaleza eterna. Por eso Pablo indica, “si a Cristo lo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así” (2 Corintios 5:16). De hecho, el Espíritu Santo, una de las Personas de la Trinidad, define en sí mismo la naturaleza eterna de Dios. Como Jesús lo dijo, “Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
Una de las cosas que me preocupan más de su comentario es que ese joven esté llevándose “a muchos chicos a su iglesia”. Eso muestra cómo el espíritu de error es capaz de seducir a la gente, incluyendo a personas que están en iglesias de sana doctrina. Es indudable que necesitamos ser muy firmes con lo que enseña la Biblia para estar preparados frente a amenazas como éstas. Una encuesta reciente hecha por Nike Nappa entre adolescentes cristianos de los Estados Unidos muestra que apenas un 5% de los jóvenes entrevistados estudian la Biblia diariamente y más del 67% indica que rara vez estudian la Biblia fuera de la iglesia (3). Sí, hay que orar por ese joven, a la vez que advertimos y capacitamos con la Biblia a aquellos que están con nosotros de no dejarse desviar. Cuando las doctrinas de error entran en la vida de una persona, son muy difíciles de desarraigar porque esa persona cree en su error como si fuera una revelación de Dios mismo. Si su joven amigo no quiere volverse de su error, lo mejor es distanciarse de él, a la vez que habla con su pastor y le pide enseñar sobre estos temas tanto a los jóvenes como a la iglesia en general.
Notas bibliográficas
1) Earle, Ralph, Taylor, Richard S., et al. “La mujer y el dragón”, 587. Comentario bíblico Beacon. Vol. 10. Hebreos hasta Apocalipsis. Kansas City, MO: Beacon Hill Press, 1967.
2) Ibid, 587.
3) Nappa, Mike. The Jesus Survey. What do Christian Teens Actually Believe about Jesus. Grand Rapids, MI: Baker Books, 2012.
Ceremonias matrimoniales en la Biblia
PREGUNTA: Cordial saludo. Tengo inquietudes a las que quisiera obtener respuesta satisfactoria desde el punto de vista bíblico. Y ya que los he hallado en el sitio web, me gustaría encontrar en ustedes la orientación respectiva. Tienen que ver con la manera en cómo se configura el matrimonio desde la perspectiva de la Biblia. Quiero decir, sin opiniones personales o consejería humana. Sólo deseo respaldo bíblico (Qué escritura, qué versículos). Un breve mandato encuentra uno en la Biblia: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su padre” (Gen 2:24). No se habla aquí de festejos, ceremonias ni nada que se le parezca. Simplemente se alude al hecho fundamental en que los dos contrayentes toman la decisión de dejar sus respectivas casas paternas. Y si en conjunto, acatando la admonición del Nuevo Testamento de “someterse a las autoridades superiores” (Rom 13:1), se hace el respectivo registro ante la sociedad civil en que se viva, queda con ello convalidado el matrimonio delante de Dios. ¿Es correcto este razonamiento?
Así las cosas, es claro que si alguno de los cónyuges decide divorciarse por motivo distinto a la infidelidad conyugal, esto se tipifica como adulterio. ¿Pero qué sucede en casos en que las dos personas conviven por varios años fielmente el uno al otro pero sin registrarse ante la sociedad civil? ¿Podría acusárseles de fornicación? Algunos optan por hacerlo finalmente ante la notaría respectiva. Ahora bien, el caso de fornicación en que el hombre decide permanecer soltero, pero engendrando hijos allá y acuyá es muy evidente. Y por supuesto, es violatorio de las normas divinas. En este mismo orden de cosas, si por conveniencias económicas la nueva pareja decide vivir junto a alguno de sus padres, no estarían “dejando padre y madre”, como lo dice el mandato. ¿Hay algún problema aquí? No saben cuánto les agradezco su buena orientación, desde la perspectiva bíblica, a mis inquietudes.
Cordialmente,
Guillermo Henao
RESPUESTA: Hola Guillermo, sus preguntas e inquietudes sobre lo que la Biblia indica en relación con el matrimonio son muy pertinentes. Una aproximación al tema puede ser desde un punto de vista histórico, es decir, un enfoque que intente responder a una cierta “evolución” en las costumbres socioculturales y religiosas reflejadas en el texto bíblico. El texto que Ud. menciona, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su padre y se unirá a la mujer, y serán una sola carne” (Gén 2:24), es parte de lo que tradicionalmente se conoce como el mandato cultural, una ordenanza asociada con el plan de Dios para los seres humanos de “fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Gén 1:28). Este texto no menciona una ceremonia o un ritual específico que “legalice” la unión entre un hombre y una mujer, sino que establece principios normativos de dicha relación conyugal (la creación y multiplicación de nuevas familias; la composición heterosexual de la pareja, etc). En realidad, no existe en la Biblia ningún relato que describa una ceremonia matrimonial que podríamos considerar normativa para determinar que una pareja esté casada a partir de dicha ceremonia. Lo que sí podemos inferir a través de diversas narrativas es que los hebreos tenían ciertas formas o usos ceremoniales que constituían una legalización de la unión matrimonial y que dicha norma la establece Dios cuando le entrega a Eva a Adán, como un padre al prometido de su hija (Gén 2:22). En el período patriarcal, vemos cómo hay un cierto modelo de lo que podríamos llamar el derecho paterno: Betuel, el padre de Rebeca, le entrega a Rebeca por esposa a Isaac (Gén 24:50-51). Jacob trabaja catorce años para Labán y como resultado de ello termina casándose con dos de las hijas de éste (Gén 29). Reuel le da a su hija Séfora como esposa a Moisés (Éxodo 2:21). Aparte del caso de Abraham, que simplemente “tomó” a Saraí como esposa (Gén 11:29), puede notarse que la mujer era normalmente entregada por parte del padre al prometido, a partir de un convenio, que podía incluir algún tipo de dote, un acuerdo económico, razones de parentesco o de pactos tribales. Sin embargo, otras uniones matrimoniales posteriores no tienen esta característica, como el matrimonio de Booz y Rut (Rut 4), matrimonio entre una pareja adulta y sin padres. O el de Oseas con una fornicaria (Oseas 1:2), ordenado por Dios mismo como un símbolo de la decadencia espiritual de Israel. En el Nuevo Testamento hay la mención de las bodas de Caná, en las que Jesús hace su primer milagro. Aunque no hay una descripción de la ceremonia es evidente que debió haber alguna (la escena de Juan 2 parece aludir a la recepción después de la boda). La parábola de las vírgenes en Mateo 25 hace alusión a costumbres relacionadas con actividades antes de la boda misma en los tiempos de Jesús.
De todos los pasajes de la Biblia que tienen que ver con la unión matrimonial, un lector atento puede notar que había algún tipo de acuerdo, de contrato, que correspondía a lo aceptado por la sociedad y el gobierno respectivo, y que “evoluciona” de prácticas polígamas en el Antiguo Testamento hacia la monogamia en el Nuevo Testamento. Pero lo fundamental en todo esto, es que ya fuera en un contexto de poligamia o de monogamia, dicha relación matrimonial no se tomaba a la ligera y constituía un compromiso primeramente entre la pareja y luego con su sociedad. No era basada simplemente en el hecho de un hombre y una mujer uniéndose en una relación sexual casual, lo cual es visto como fornicación (en el caso de solteros) o adulterio (en el caso de los casados), tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En nuestra sociedad occidental actual una buena parte de la población tiene un entendimiento de que la unión de una pareja debe estar formalizada a través de una ceremonia civil y/o religiosa. Siendo que dicha unión constituye la base primaria de la organización civil de una sociedad, es algo a lo que la gente le sigue dando importancia de un modo u otro, aún en el caso de la mayoría de las parejas que conviven sin estar legalmente casadas. La ceremonia matrimonial es sobre todo un acto civil, ante la sociedad de la cual somos miembros, y lo ideal para aquellos que son cristianos es que también tengan algún tipo de ceremonia donde se invoque la bendición de Dios. De manera que Ud. tiene razón cuando indica, citando Rom 13:1, que el matrimonio es formalizado cuando se registra civilmente.
En el caso de su pregunta de qué sucede con una pareja que vive fielmente el uno con el otro sin estar casados por un registro civil y religioso, el principio es que una sociedad funciona bajo unos acuerdos y leyes a los que nos acogemos para protegernos y funcionar adecuadamente. Y claro, por supuesto, es el mandato mismo de Dios cuando se trata de vivir en pareja (1 Cor 7). La no formalización civil mantiene a la pareja en un estado de concubinato, y por tanto, fuera de la voluntad de Dios y de las normas de la sociedad de la que forma parte.
Su tercera pregunta tiene que ver con qué sucede si por alguna razón no se deja la casa paterna, sino que la nueva pareja se va a vivir a la casa de los padres de él o de ella. Está claro que el mandato de Génesis 2 (“por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre…”) es la norma de Dios y en consecuencia, lo ideal. Es lo que Dios estableció desde el principio y es lo que debe hacerse. Pero si hay razones temporales de fuerza mayor que obliguen a la pareja a vivir por un tiempo en casa de alguno de sus padres, puede ser justificable, pero siempre con la mira de obtener independencia y formar y administrar su propio hogar sin injerencia de terceras partes. De la misma manera, si los padres necesitan el apoyo de sus hijos casados, estos también deben ocuparse de ellos en la medida de sus posibilidades y conservando siempre su mutua autonomía.
“No temas”: ¿365 veces en la Biblia?
Pregunta: Quisiera saber qué posibilidad hay de que me puedan mandar vía correo electrónico las 365 veces que aparece en la Biblia la frase “No temas”. Muchas gracias,
Natalia S.
Respuesta: Estimada Natalia, el dicho de que en la Biblia aparece 365 veces la expresión “No temas” es muy popular. Hay más de cinco mil sitios en el internet que tratan de ese tema. Estuve mirando algunas de esas páginas, pero ninguna trae una lista de los textos. El concepto en sí mismo es atractivo: una vez por cada día del año (claro, sin tener en cuenta los años bisiestos), Dios nos recuerda que no debemos temer. El temor es una fuerza paralizante y en la mayoría de los casos negativa. Sin embargo, en algunas versiones de la Biblia en español también se usa a veces en un sentido positivo, como en Proverbios 1:7, “El principio de la sabiduría es el temor a Jehová”, referido aquí con el significado de reverencia a Dios. O en Mateo 10:28, “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”, también referido al temor a Dios.
Quizá sería un buen ejercicio para Ud. misma tratar de hacer dicha lista, yendo por cada libro de la Biblia. Generalmente no va a decir siempre “No temas”, sino también frases sinónimas como “No tengas miedo”, o expresiones como “En el día que temo, yo en tí confío”. Solamente le animo a tener en cuenta una cosa que me parece importante: Muchas otras declaraciones de la Biblia, como el mandato de amar, o nuestra seguridad de salvación en Cristo, no reciben el reclamo de aparecer una vez para cada día del año. Pero de igual manera son verdades para vivir por ellas todos los días. Lo que me parece de valor es que si Dios lo hubiera dicho una sola vez, ya sería suficiente para animarnos a vivir cada día sin temor.
¿Cómo puedo encontrar una buena iglesia?
Pregunta: Aunque nací en cuna cristiana, tengo poco tiempo de haber recibido a Cristo. En la actualidad creo que es muy difícil encontrar una buena iglesia. Esto lo comento porque quiero saber cuál es la diferencia entre una Iglesia Bautista Fundamental y una Interdependiente, y que opina del discipulado que están realizando algunas iglesias. Muchas gracias
Joel S.B.
Respuesta: Joel, lo felicito por la más importante decisión de la vida, que es creer en Jesucristo como el Salvador y Señor personal. En cuanto a encontrar y hacerse miembro de una buena iglesia local, es un asunto de gran importancia para cada creyente que quiere vivir en obediencia a Dios. Debido al creciente número de denominaciones y grupos independientes, es una decisión que puede ser difícil, como Ud. lo menciona. Una primera cosa que debe tener en cuenta es que cada denominación es diferente por el liderazgo, los énfasis doctrinales, su historia, las metas y el estilo de organización. Muchas veces las iglesias locales dentro de una misma denominación son diferentes entre sí. De hecho, esas diferencias han sido parte de lo que caracteriza la herencia de las distintas denominaciones e iglesias bautistas. ¿Cómo encontrar entonces una buena congregación a la cual pertenecer?
Creo que lo que uno tiene que buscar en una iglesia evangélica es que sea Cristocéntrica, bíblica y con un compromiso por la evangelización, las misiones y los pobres. Una iglesia con sana doctrina bíblica no predica exclusividad, ni se siente superior o mejor que otras. Sus miembros se preocupan, en cambio, por vivir ellos mismos el evangelio de Cristo en santidad, y de llevarlo a otros en amor y misericordia. Uno puede tener una discusión interminable sobre las diferencias, no solamente entre las denominaciones que Ud. menciona, sino entre decenas de otras más. Tenga en cuenta que no hay una congregación local que sea perfecta, porque está compuesta por seres humanos imperfectos. Lo más importante es asegurarse que uno mismo está esforzándose en vivir de una manera digna el evangelio y donde uno vea en su liderazgo y sus miembros los frutos de la vida cristiana.
En cuanto a los métodos de discipulado (es decir, de formación del carácter cristiano), estos pueden variar de iglesia en iglesia y lo que cuenta es que uno pueda ver el crecimiento en Cristo. En el Nuevo Testamento no hay una manera única de hacer discipulado. El método de discipulado de Cristo era la compasión: él iba directo a atender las necesidades reales de las personas. Una actitud que nos ayuda mucho es pensar de qué manera yo puedo servir y ayudar para hacer de mi congregación un lugar donde Dios sea exaltado y donde otras personas también quieran pertenecer.
*Valentin González-Bohórquez es pastor de una iglesia bautista en California. Es también periodista, escritor y profesor universitario
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